Hola Bikers, la semana pasada hablábamos de cómo bajar de una manera más efectiva, de cómo cansarnos menos y aprender a no malgastar energías. Ahora nos toca hablar de la técnica.
Gran parte de la diversión del mountain bike proviene de bajar a toda velocidad sorteando piedras, raíces, roderas, cortados o ramas, y atravesar un sinfín de situaciones en las que nos podemos encontrar. Es por ello que la manera en que bajamos es de suma importancia cuando nuestro objetivo es descender rápido y no acariciar el suelo con nuestro cuerpo. Ahí es precisamente donde reside nuestra técnica.
Concepto al que yo personalmente definiría de la siguiente manera:»capacidad de bajar rápido con la mayor sensación de seguridad posible»
Vamos a desglosar entonces como conjugar el binomio rapidez-seguridad. Existen muchos tipos de descensos: pistas rapidísimas a gran velocidad, angostos senderos, bajadas trepidantes llenas de obstáculos, trialeras que ponen a prueba nuestro equilibrio, etc…. Pero todos comparten una misma necesidad.
Como decíamos en el episodio anterior post, nuestro cuerpo debe estar «relajado», una excesiva tensión no nos beneficia en nada. El concepto absorción adquiere un alto grado de importancia cuando hablamos de la técnica. Os imagináis una bici de DH sin suspensiones?? Imposible verdad?? Por ello, nuestras piernas y brazos deben trabajar al unísono a modo de amortiguadores. De este modo, conseguimos que nuestra bicicleta sortee obstáculos con mayor facilidad.
Otro aspecto, no menos importante, es la distribución de nuestro peso corporal. Dependiendo de la inclinación de la bajada deberemos situar nuestro centro de masas más retrasado para evitar salir despedidos hacia delante. Como resultado conseguiremos mejor frenada y control en nuestro tren trasero y ganaremos así confianza evitando esas dichosas caídas que nos hacen aterrizar de bruces y morder el polvo.
También me gustaría destacar la importancia de una buena frenada. De nada sirve tener unos frenos de disco de última generación si no sabemos sacarles partido. Hay que realizar frenadas progresivas controlando el tacto de nuestra maneta. Por ejemplo, frenar antes de llegar a una curva y adecuar la velocidad a la que la tomaremos, en todo caso haciendo pequeñas correcciones o derrapes con nuestro freno trasero. El freno delantero puede ser nuestro salva-vidas o nuestro enterrador. Un exceso de frenada en nuestro tren delantero y ¡al suelo! Sin embargo, con control, la frenada delantera es la que realmente nos hace disminuir la velocidad en el menor tiempo posible.
Hasta ahora os parecerá todo muy fácil pero, qué pasa cuando aparece el «miedo»??? Pues, nuestro cuerpo se bloquea, se vuelve torpe y pierde habilidades, nuestro ritmo cardíaco se acelera y nos agotamos.
Os voy a explicar cómo he aprendido a reaccionar en décimas de segundos cuando el miedo aparece. Lo primero es saber si merece la pena asumir ese riesgo, valorando las probabilidades de éxito y las consecuencias de una posible caída, y acto seguido, quizás otorgando a la locura parte de razón, pensar que lo puedo conseguir, que la bici pasará sin ningún problema y «Voilà!», lo consigues y entonces el subidón de felicidad es indescriptible. O también podría ser que el «Voilà!» se convierta en un «oh my god» y me levanto magullado y cabreado porque se ha roto alguna pieza de mi fiel compañera!! jajaja…. Bueno, incluso siendo así, nos levantamos y examinamos el porqué de nuestra caída, buscamos al posible culpable: una piedra mal puesta en el camino, una raíz que creímos no resbalaría, o un exceso de frenada de alguna de nuestras ruedas… en fin…. mtb puro y duro!!!
Otra gran virtud de la técnica de un Biker es saber reconocer el terreno, examinarlo, saber en qué estado está y como reaccionará nuestra bici en él. Gran parte de la reacción de nuestra bici, dependerá de los neumáticos que llevemos montados, así como de la presión de inflado, la geometría de nuestro cuadro/horquilla y un gran número más de detalles a los que prefiero darles su merecido espacio en próximos episodios.